PATRIMONIO CULTURAL
Callejear por el antiguo caserío de la villa de Méntrida, nos traslada a ambientes de la Castilla de fines del medievo y los albores de la Edad Moderna. La huella del aquel remoto pasado tiene su exponente más notable en el templo parroquial; consagrado bajo la advocación del mártir galo San Sebastián, es el edificio más emblemático y valioso de la villa (en 1982 fue declarado Monumento Histórico Artístico Nacional).
Se edificó a lo largo del siglo XVI, para sustituir al primitivo templo parroquial, que ocupaba el solar de la actual Ermita de la Virgen. Aquella primera iglesia, dedicada a Nuestra Señora, quedó pequeña para albergar a una feligresía cada vez más numerosa, lo que justificó la construcción de este espacioso templo, emplazado sobre los cimientos de una ermita dedicada a San Sebastián, cuya portada se reutilizó para su acceso sur. El templo ocupa una superficie de casi 800 m2; es de planta basilical, formada por tres naves, siendo la central de mayor anchura y altura.
Dividen las naves una docena de arcos de sillería de medio punto, sustentados por catorce columnas graníticas de tipo toscano, sobre basas áticas. En su construcción intervinieron prestigiosos arquitectos renacentistas, como Alonso de Covarrubias, Hernán González de Lara y Nicolás Vergara, todos ellos maestros de obras de la catedral toledana.
De los elementos estructurales del edificio destaca su artesonado mudéjar (1605), obra del maestro carpintero Juan Domínguez, y su airosa torre campanario, de sillería granítica, rematada por un rumboso chapitel barroco, de Juan García de San Pedro. Respecto del repertorio ornamental, debe mencionarse el retablo del altar mayor (1619), de Diego de Aguilar y Juan de Sevilla. Y en materia de orfebrería, las piezas de más valía son una custodia gótica y la cruz procesional, ambas de mediados del XVI. A destacar también, el excelente órgano barroco, en uso desde 1758, obra del maestro Francisco Antonio Díaz, organista de la catedral Primada. |
En el primitivo emplazamiento medieval mentridano encontramos la entrañable Ermita de la Virgen, donde se venera a la Patrona de la Villa, Nuestra Señora de la Natividad. Erigida entre 1644 y 1653 bajo los cánones arquitectónicos del barroco desornamentado, con dirección de Francisco de Mora, es de planta basilical de una sola nave. En su interior destaca el retablo, que alberga el espléndido trono que cobija a la Virgen de la Natividad; también, la decoración pictórica del Camarín de la Virgen (1699), con escenas de la tradicional Romería de San Marcos y del episodio de la aparición de la Virgen al cabrero Pablo Tardío en el Monte de Berciana.
Además, tienen un encanto especial el ambiente recoleto de la plazuela de la Iglesia, dedicada a la memoria del célebre misionero agustino fray Alonso de Méntrida (1559-1637), la típica plaza castellana conocida como Plaza Grande, con la fachada del viejo Pósito de la Villa (1783), y la plazoleta de la Picota (erigida tras la otorgación del título de villazgo el 13 de mayo de 1485 por Íñigo López de Mendoza y María de Luna, duques del Infantado). Y para el apacible paseo, Méntrida cuenta con su espléndida y vetusta Alameda (siglo XVI), a la vera del Arroyo Juncal, con una masa arbórea de unos 650 ejemplares de veinte especies diferentes.
PATRIMONIO NATURAL
La joya del patrimonio natural mentridano es, sin duda, la Dehesa de Berciana. Se trata de un extenso bosque mediterráneo (1.481 hectáreas), de amplios encinares; Sus condiciones medioambientales favorecen la presencia de una variada muestra de flora y fauna, que refuerza su valor ecológico.
El solar que ocupa la dehesa de Berciana tiene una rica historia, que se remonta a épocas anteriores a la romanización. Muy probablemente, grupos de tribus carpetanas debieron explotar desde antiguo los recursos naturales de esta zona, hasta la invasión musulmana. Como tal, Berciana sería el precedente inmediato de la aldea medieval de Méntrida, surgida en el proceso repoblador de la Tierra de Alamín, de la que históricamente formaba parte.
La decidida defensa de la propiedad de Berciana por parte de la villa de Méntrida fue hasta bien entrado el siglo XVII motivo de disputas con la casa ducal del Infantado y con la ciudad de Segovia, que alegaron derechos jurisdiccionales. Los pleitos y enfrentamientos finalizaron en 1631, a raíz de la compra de la dehesa por parte del concejo de Méntrida. A partir de entonces, Berciana se convirtió en un recurso extraordinario al servicio de la economía del municipio. A los aprovechamientos tradicionales de explotación de su riqueza pecuaria y forestal, se sumó la posibilidad de reservar parte de su extensión para sembradura, introduciendo en la misma el cultivo de cereal, que ha perdurado hasta nuestros días. Este hecho supuso la transformación del monte de Berciana en el espacio adehesado que contemplamos en la actualidad.
El Monte de Berciana fue también el legendario escenario de la aparición de la imagen de la Virgen de la Natividad (1270), acontecimiento que ha tenido enorme relevancia en el legado espiritual y cultural de Méntrida, fraguando ancestrales tradiciones que se mantienen con pleno vigor en la actualidad. En memoria de tan relevante acontecimiento, se levantó una sencilla ermita en el escenario de la milagrosa aparición, donde es trasladada la imagen de la Virgen cada 25 de abril, día de la romería que conmemora el suceso a partir del siglo XVI.
Desde hace unos años, se ha marcado una ruta senderista (PR-TO 30) de algo más de 10 km., que se suma a las amplias posibilidades de disfrute de este Monte de Utilidad Pública.
El solar que ocupa la dehesa de Berciana tiene una rica historia, que se remonta a épocas anteriores a la romanización. Muy probablemente, grupos de tribus carpetanas debieron explotar desde antiguo los recursos naturales de esta zona, hasta la invasión musulmana. Como tal, Berciana sería el precedente inmediato de la aldea medieval de Méntrida, surgida en el proceso repoblador de la Tierra de Alamín, de la que históricamente formaba parte.
La decidida defensa de la propiedad de Berciana por parte de la villa de Méntrida fue hasta bien entrado el siglo XVII motivo de disputas con la casa ducal del Infantado y con la ciudad de Segovia, que alegaron derechos jurisdiccionales. Los pleitos y enfrentamientos finalizaron en 1631, a raíz de la compra de la dehesa por parte del concejo de Méntrida. A partir de entonces, Berciana se convirtió en un recurso extraordinario al servicio de la economía del municipio. A los aprovechamientos tradicionales de explotación de su riqueza pecuaria y forestal, se sumó la posibilidad de reservar parte de su extensión para sembradura, introduciendo en la misma el cultivo de cereal, que ha perdurado hasta nuestros días. Este hecho supuso la transformación del monte de Berciana en el espacio adehesado que contemplamos en la actualidad.
El Monte de Berciana fue también el legendario escenario de la aparición de la imagen de la Virgen de la Natividad (1270), acontecimiento que ha tenido enorme relevancia en el legado espiritual y cultural de Méntrida, fraguando ancestrales tradiciones que se mantienen con pleno vigor en la actualidad. En memoria de tan relevante acontecimiento, se levantó una sencilla ermita en el escenario de la milagrosa aparición, donde es trasladada la imagen de la Virgen cada 25 de abril, día de la romería que conmemora el suceso a partir del siglo XVI.
Desde hace unos años, se ha marcado una ruta senderista (PR-TO 30) de algo más de 10 km., que se suma a las amplias posibilidades de disfrute de este Monte de Utilidad Pública.
pATRIMONIO INMATERIAL
Méntrida es villa de rancia tradición histórica; atesora uno de los más peculiares y ricos patrimonios culturales de la provincia. Muestra emblemática de esta valiosa herencia cultural son las entrañables Fiestas de Abril, en honor de la Virgen de la Natividad, Patrona de la Villa, distinguidas en 1999 con la categoría de Fiestas de Interés Turístico Regional. Este ciclo festivo es el marco natural de los célebres danzantes y mayordomos de la Virgen, que desde tiempo inmemorial ponen un sello indeleble de identidad ancestral digno de conocer y admirar. De los danzantes hay constancia documental desde el siglo XVI; la soldadesca de los mayordomos se remonta a la primera década del siglo XVII, como consecuencia del Motín de 1608.
Fieles a su misión, los mayordomos escoltan la imagen de la Virgen, mientras que el grupo de danzantes, guiados por el maestro de la danza y al ritmo de dulzaina y tambor, ejecutan un variado repertorio de paloteos y bailes de castañuelas y arcos en honor a la Virgen, siguiendo usos y costumbres ancestrales. La vistosidad de los atuendos de Sargentos y Danzantes ponen la nota de color que desde tiempo inmemorial les identifican, contribuyendo a definir una de las señas de identidad de mayor raigambre y peso para la villa de Méntrida.
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Texto: Juan Manuel Magán García ; Fotos: Alberto Mayoral