En los viñedos se vive un ciclo anual, con fases claramente marcadas por las estaciones. En función a cada momento, la vid está en un estado distinto y es necesario realizar una tarea agrícola concreta.
A inicios de la primavera, en marzo, comienzan a aparecer los primeros brotes en las vides (1 | brotación). Entre los meses de abril y mayo, estos se convierten en las primeras hojas (2 | foliación). Al mismo tiempo, se forman las moléculas de azúcares y ácidos que condicionan el sabor de la uva. Finalmente, en mayo y junio surgen los embriones de las flores (3 | floración), que darán lugar a los granos de las uvas que formarán los racimos. Durante esta estación, los agricultores realizan diversas tareas en el viñedo, como arar, cavar, deshojar o abonar.
En verano, durante junio y julio las flores dan fruto de un color muy verde (4 | Fecundación y fructificación). Después, entre julio y agosto, las uvas van cambiando de color hasta alcanzar su tonalidad final (5 | envero). Tras esto, en agosto y septiembre las uvas se dulcifican al aumentar sus azúcares y disminuir los ácidos de las hojas (6 | maduración). A comienzos de otoño, en septiembre y octubre, las uvas se cosechan cuando alcanzan los niveles óptimos de acidez (7 | vendimia). Durante noviembre ocurre la pérdida de hojas de las vides y, a medida que llega el frío, estas plantan entran en un estado de letargo invernal. En invierno, en febrero se realiza una poda (8 | primera poda). La sabia desprendida en esta tarea causa el denominado lloro de la vid. |